Este verano nos dispersó por diferentes puntos geográficos de lo más variopinto. Sin teletransportador de por medio el “free wifi” nos mantuvo unidos y permitió que compartiésemos paisajes y experiencias como si estuviéramos presentes.
Uno de nuestros destinos nos condujo a emotivos reencuentros con amigos de otra vida en el Midwest estadounidense. Con varios miles de kilómetros encima, añadir trescientos no iba a importar demasiado (si además lo hacíamos fascinados por su fama). Así que incluimos como etapa Two Rivers, el pueblo que alberga, a orillas del lago Michigan, el Hamilton Wood Type & Printing Museum.
Este gran museo, ubicado en un pequeño lugar, sobrevive en un pulso constante por preservar la memoria tanto del arte de crear tipos de madera como el de la impresión tipográfica o letterpress.
Su nombre es conocido mundialmente por el apoyo de los aficionados a la tipografía y las campañas de marcas como Neenah Paper o Field Notes, con su edición especial de cuadernos.
Situado en el centro del país pero alejado de todo, mantiene su pasión gracias al empeño de su director Jim Moran, su mano derecha Stephanie Carpenter y sus simpáticas asistentes.
Los acompaña un ferviente grupo de voluntarios que ayuda tanto a limpiar y catalogar sus toneladas de material como a guiar los tours.
Buena parte de los antiguos trabajadores de la fábrica, jubilados con mucha energía, están implicados en el voluntariado del museo y transmiten sus conocimientos para que no se pierda su saber hacer.
Toda esta devoción por los tipos de madera tuvo un origen de lo más casual.
Edward Hamilton era el dueño de una fábrica en Two Rivers que se dedicaba a hacer muebles. Un día el editor del periódico local tuvo la urgencia de imprimir un gran póster para un evento. No había tiempo para encargar los tipos a la fábrica de Chicago, así que le pidió el favor a Edward.
El encargo satisfizo al editor por lo bien que imprimía. Así que Hamilton decidió probar suerte y realizar unas muestras para los impresores de la zona. En poco tiempo se hizo con el mercado gracias a la proximidad, rapidez de plazos de entrega y costes finales. En 15 años no tuvo competencia.
Así fue cómo en 1880 nació la compañía J.E. Hamilton Holly Wood Type que fabricaría tipos de madera hasta 1992. Ésta no fue su única actividad. También elaboró mobiliario para imprenta y otros sectores profesionales.
Su éxito fue tal que hoy en día la empresa existe con el nombre Hamilton Laboratory Solutions y está especializada en muebles para laboratorio. El único vínculo de la actual Hamilton con los tipos de madera y la impresión es el viejo edificio donde desarrollaba su actividad en Two Rivers.
La importancia del legado histórico de esta fábrica fue reconocida rápidamente por el pueblo y a través de su Historical Society quisieron preservarla.
Afortunadamente el edificio y todo su contenido se cedió para crear el museo. Los años y el mal estado del mismo provocaron que a finales de 2013 tuvieran que trasladarse. Hubo que mover 35 toneladas de material que, todavía hoy, en la medida de sus posibilidades, desembalan y restauran en el nuevo museo.
El gran coste de todo ello se cubre gracias a la implicación de compañías vinculadas al mundo del papel y las artes gráficas, las aportaciones de los enamorados del letterpress y los talleres que imparten.
Frente a lo que estamos acostumbrados, Hamilton es un museo con mucha vida. Su idea es restaurar el material no para colocarlo en vitrinas sino para que pueda ser utilizado.
Y esto no acaba aquí. Cada año en noviembre celebra Wayzgoose, un encuentro para diseñadores, impresores, tipográfos y todo aquel interesado en la materia; colabora, con los tipos de madera especiales que requiere, en la tarea de enseñar, por medio del letterpress, su lengua Lushootseed a los jóvenes suquamish (tribu del estado de Washington).
Además Hamilton es un lugar de trabajo para su personal y aquellos que quieran acercarse. Imprimen e investigan sobre la técnica tipográfica y sus posibilidades pero también lo hacen los artistas que quieren pasar un tiempo allí.
Por suerte no hace falta ser un virtuoso para mancharse las manos de tinta. Tienen talleres para principiantes, estudiantes universitarios y amigos que no saben cómo se han embarcado en un viaje a un “museo de la imprenta”.
Para nuestras latitudes Two Rivers (Wisconsin) queda un poco lejos. Aún así si alguna vez pasáis cerca, Chicago es una ciudad fascinante, el desvío merece la pena.
Tanto los del oficio como los acompañantes pasamos un día muy especial hablando de nuestros vínculos con Wisconsin, nuestra vida profesional, para unos entre tintas y catálogos de papel, para otros entre libros y alumnos despistados.
Tuvimos tiempo para compartir confidencias, trucos, gustos de papel e incluso literatura. Jim resultó ser un gran aficionado. Así que entre tipos móviles y color aparecían Macondo y Pedro Páramo además de la figura de Cortázar.
La experiencia resultó muy grata y esclarecedora. Pudimos rubricar que la impresión tipográfica tiene una fuerza magnética. Nuestros amigos que nunca habían tenido el más mínimo contacto ni interés y que, admitámoslo, accedieron por darnos el capricho, quedaron realmente fascinados. Mientras prolongaban la despedida, ya estaban pensando en un puente propicio para volver.
El lugar invita a ello. Un museo envidiable, un pueblecito muy acogedor a orilla del lago Michigan… darse un baño, disfrutar de su pescado ahumado y dejar pasar el tiempo. Un gran lujo.